Venezuela, el país de los políticos imbéciles

Muy Buenos días a quienes pueden tenerlo a sabiendas de que en la calle están asesinando a sus hermanos venezolanos.

Yo personalmente soy persona de ser o muy concreta o muy extensa, y en este momento de tanta parafrasearía considero oportuno ir al grano y tocar un punto clave que se continúa obviando en estas conferencias de “diálogo” (les cuento que dar charlas y monólogos, no es diálogo). En fin…

Esta carta abierta va dirigida a los politicoides que presiden mi país. Presidente, ministros, gobernadores, alcaldes y demás burócratas cuya administración continúa faltándole el respeto a su gente con sus gestiones sumamente deficientes.

Quiero aclararles a los sentados cómodamente que vemos en tv nacional “debatir” aspectos muy graves, con una seriedad que raya en burla por parecer más actuación que sentimiento o por ser muy cómodas en término y muy etéreas en profundidad; unas cuantas cositas. Les explico políticos, ustedes no son Venezuela, ustedes son un grupo pequeño de asalariados a quienes les corresponde velar por que las exigencias de más de 29 millones de habitantes sean cubiertas. A nosotros, ustedes y sus desacuerdos retórico-idealistas no nos importan, pero a ustedes por deber y honor al cargo tiene que importarles en primera instancia nuestras necesidades y comodidades.

Sentarse bien tranquilos a hablar de “los problemas” es muy fácil con aire acondicionado y la seguridad de un sueldo quince y último. Ustedes con su necesidad de ser vistos y reconocidos, de ser protagonistas de novela y no mandatarios respetables, convirtieron un problema muy delicado, trascendental y urgente en una pelea de egos y carteras. Parece importar más quién tiene mayor material para hundir al otro, que resolver los problemas que nos atañen. O peor, sentarse con la cara bien lavada a decir que “todo está bien” cuando tu gente no sale sola después de las 7pm ni a la panadería por miedo a que los maten. El “diálogo” no es entre corbatudos en una sala cerrada, el diálogo se hace en la calle, porque es en la calle que pasamos el día a día, y somos la gente en la calle quienes los escogimos y a quienes ustedes se deben, no al revés.

En este punto mi crítica es para los dos bandos, sí, indudablemente andan jugando al yo-yo con la vida de millones de venezolanos desesperados por soluciones y no por seguir escuchando más y más problemas. Pero primordialmente en este punto responsabilizo categóricamente al gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, en su vasta mayoría “rojito” por escogencia propia, defensores incansables y fanáticos del difunto ex presidente Hugo Chávez. Ustedes con su famosa mayoría en la Asamblea y mayoría histórica por más de 13 años en ejercicio, han traído al país en donde está ahora. Las responsabilidades de todo lo que las personas de a pie no tenemos control, fue, es y sigue siendo suya. Sus discursos redundantes donde constantemente se omiten realidades son una vergüenza pública para millones dentro y fuera del país. Su constante ansia por responsabilizar a cualquiera hace 20 años o en otro planeta, con tal de nunca asumir las culpas propias, es una falta de honor humillante para quienes en ustedes han depositado su confianza.

Y por cierto, sincerarse no es sino la mitad del primer paso, nadie come ni se cura con la admisión pública de una falta. En nuestros hospitales no hay ni gasa, en muchas casas falta el pan, y ustedes bien vestidos y cepilladitos, bien comidos y descansados, parecen haberse olvidado en sus “diálogos” de incluirnos a los que somos real mayoría y sin embargo no tenemos voz, y por sobretodo, se han olvidado de tratar y resolver los problemas reales del venezolano de a pie. Por cierto, de a pie, no “pata en el suelo”, señor Nicolás Maduro; los venezolanos vestidos del color que sea y hablando machucado o siseando, todos nos paramos bien tempranito, golpe de 5 ’e la mañana y pateamos calle duro para echar pa’ lante, compadre, porque mientras ustedes parecen ingeniárselas para ponérnosla cada vez más difícil, uno sigue buscando maneras de rebuscarse.

 Esta no es una rivalidad de taxistas contra buhoneros, de cocineros contra maestros o de obreros contra gerentes, esta es una lucha del pueblo contra sus dirigentes, contra un gobierno que hace lo que critica, que no hace lo que promete, que se olvida y no reconoce, que no resuelve sino que causa más problemas.

Y a la dirigencia opositora se le olvidó esto. Los políticos opositores, relajados o amenazados, cobardes o arriesgados, siguen retozando en el juego de los yo-yos y no están luchando ni por todos por igual ni por su gente ni por nadie más que no sea los que le convienen en el momento. Uno se siente desamparado. Como que quienes nos lideran son guate-mala y guate-peor, como que toditos ustedes cenan asado en casa de Diosdado y en público van y juegan a mirarse feo. Y no es más que responsabilidad de ustedes mismos, por Dios, basta de lloriqueos. Si usted critica la hipocresía no sea hipócrita, si critica la corrupción no sea corrupto, y si critica la maldad no ignore a los muchachos que confiados en su apoyo salieron a protestar cívicamente y fueron asesinados por bandos no identificados por la justicia venezolana (así como los más de 24 mil matados en 2013) o fueron arrestados con maltratos por parte de funcionarios del Estado. ¿A qué le van los dirigentes de los opositores? ¿Qué quieren lograr? ¿Por quienes luchan ustedes? ¿Son en verdad dignos de representar a un bando tan dilatado pero segmentado? ¿O son ustedes otro tipo de rojitos en busca del poder y el re-nombre sin ganas de asumir responsabilidades y renuentes a pagar penalizaciones por sus faltas?

“Venezuela, el país de lo posible” dicho en el tono más lóbrego. “Estás en Venezuela, haz lo que te dé la gana” dicho del modo más mordaz. ¡BASTA! Estamos hastiados de que nuestro país sea una burla, de que nuestras madres tengan que decir llorosas “al menos no me lo mataron” o el terrible “nadie sabe qué pasó con mi hijo”. No ganamos ni la mitad de lo que sale un buen mercado, y si uno se pone a buscar las cosas que no hay y hacer esas colas pierde uno o dos días de trabajo. No es justo. Parece casi hasta irreal cuando uno se pone a echar cuentos de lo que nos pasa cada día en las ciudades y pueblos de este país, una vez sumamente hermoso. Hoy no sabría decirles qué tan hermoso está mi país, porque se nos dañó el carro y no conseguimos repuestos o sale demasiado caro;  si me voy en bus nos puede pasar como a mi tía a quienes en la vía a Mérida los desvalijaron a todos los pasajeros; porque cuando fui a la playa con mi novio presenciamos mataron a un chamo y los policías cerca no hicieron nada; porque la última vez que fui a lo Medanos le abrieron el carro a mi primo y le llevaron todo; porque en Venezuela solían sobrar las historias de luchadores que logran vivir mejor pero hoy en día todos los cuentos son para echarse a llorar por el desasosiego, a menos que sean los cuentos de esos allegados que uno sabe que están robando y tiene sus buenas camionetas y casita en Tucacas. ¿A dónde va parar nuestro país si sus habitantes continúan dejando la moral en la puerta de casa con la excusa de que “necesitan comer”?

Estamos cansados de ser presididos por imbéciles, mentirosos y cara lavada, por cómodos propagadores de la descomposición socio-cultural, por yo-istas ineficientes, retóricos balurdos; y sobre todo, estamos hastiados y asqueados de seguir siendo presididos por personas que son capaces de sentarse de manera muy oportuna a “debatir” mientras en gestión se sigue haciendo lo mismo y peor. Porque nuestros políticos se encargan de quebrar aún más nuestra débil cultura y principios, mientras uno sufre para dormirse con la conciencia pesada y aún los bolsillos vacíos.

Problema multi-causal, poli-consecuencial, arraigado en la historia, llámelo como lo quiera llamar, el punto es que hay un problema y en estos “debates” no se está solucionando nada. El hampa sigue trabajando 24/7, el sueldo cada quince alcanza para menos, las medicinas me están costando un ojo de la cara y en el colegio le quieren enseñar a mi chamo que la maldad es justificada si tu nombre es Ernesto Guevara.

 

Elianne Ferrer.

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